LA POBREZA EN JAPÓN UNA REALIDAD LARGO TIEMPO IGNORADA.

1.- De qué pobreza hablamos.

2.-Japón un pueblo convencido de la inexistencia de pobreza en su país.

3.-Los problemas de los niños y niñas japoneses.

4.-La realidad de las madres solteras en Japón.

5.-La realidad de las mujeres ancianas japonesas.

6.-¿ Podrá Japón poner freno  a la pobreza y a las desigualdades ?

ALGO MÁS QUE POBREZA RELATIVA.

1.-DE QUÉ POBREZA HABLAMOS.

De forma casi general hablamos de la pobreza relativa que se da siempre que se tienen unos ingresos por debajo del 50% de la media del ingreso y por ende están con necesidades básicas insatisfechas, las estadísticas de la OCDE dan cuenta que Japón tiene el 16.1%. Eso significa que uno de cada seis personas son pobres

Para el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar Social, las personas solas con menos de 1.220.000 yenes, las parejas con menos de 1.730.000 yenes y las familias de 3 personas con menos de 2.110.000 yenes al año, estarían por debajo de la línea de pobreza relativa, quienes en su mayoría no tienen un empleo estable.

Hemos dicho, que de forma mayoritaria, la pobreza existente en Japón es una pobreza relativa, lo que no impide que aparezcan casos de pobreza absoluta.

LA OTRA CARA DE JAPÓN.

2.- JAPÓN UN PUEBLO CONVENCIDO DE LA INEXISTENCIA DE POBREZA EN SU PAIS.

La idea de que Japón es un pueblo en el que la igualdad es un logro envidiable y de que por ello no existe ningún tipo de pobreza está bastante extendida fuera del país, idea que en muchos casos confirman los turistas que lo visitan.

            Este dado es un mito tanto más perjudicial cuanto que son los mismos japoneses quienes vienen creyendo en él largo tiempo.

            Sin embargo esto es algo que no carece de fundamento pues en la década de los 70 Japón iba a la par con los países escandinavos en la igualdad de ingresos entre los ciudadanos, la diferencia y la pobreza comenzó a notarse especialmente a partir de la década de los 80, diferencia que no ha dejado de crecer hasta nuestros dias.

            En la década del año 2000, empezó a trascender gradualmente en el propio archipiélago nipón que en realidad el país no es tan igualitario como lo parecía. Sin embargo, nadie podía imaginar que la pobreza planteaba un problema en una nación próspera como Japón.      

Según la Encuesta Básica de Condiciones de Vida presentada en julio de 2014 por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, el índice de pobreza relativa que indica la proporción de hogares por debajo de la línea de pobreza (1,22 millones de yenes anuales en 2012, correspondiente a la mitad de la mediana de los ingresos disponibles se situó en 2013 en el 16,1 %.

Esto significa que uno de cada seis japoneses vive en condiciones de pobreza relativa. En este mismo estudio, el porcentaje de quienes dijeron padecer graves dificultades económicas se situó en el 59,9 %.

            Una de las causas de la escasa conciencia de la existencia de la pobreza, es el hecho de que los gobiernos dejaron de hacer estadísticas sobre la pobreza en 1960, lo que unido a la vergüenza de la población a manifestarse como pobres necesitados de ayuda, produjo como efecto la falta de visibilidad de la pobreza y de la conciencia de la existencia de la misma.

 3.- LOS PROBLEMAS DE LOS NIÑOS Y NIÑAS JAPONESES.

 Estos son los principales problemas a los que se enfrentan los niños en Japón:

3.-1.-POBREZA

Más de un 15 por ciento de japoneses vive en la miseria. Se trata de una cifra muy chocante, sobre todo teniendo en cuenta que durante mucho tiempo Japón se ha considerado un país igualitario. Pero la situación resulta aún más preocupante entre las familias monoparentales, especialmente las formadas por madres solteras que, a menudo, se ven obligadas a desempeñar más de un empleo a la vez.

Asimismo, el incremento del número de niños pobres o de escasos recursos que se están beneficiando de becas escolares es un indicador de la expansión de la profunda pobreza que atraviesa el país. Desde el momento en que se les otorgan las ayudas, estos niños comienzan a vivir bajo una gran inseguridad y sus derechos fundamentales se ven rápidamente comprometidos.

3.-2.-ABUSO INFANTIL.

En Japón, los casos de abuso infantil están alcanzando un nuevo récord. En los diez últimos años, las estadísticas han crecido exponencialmente: en 1990 hubo 1.000 casos de abusos (físicos y sexuales), en comparación con los 55.000 casos que se registraron en 2010.

Niños descuidados, encerrados, malnutridos o incluso apaleados son una señal clara de que el sistema de protección de los niños japoneses está al borde del colapso. Para remediar esta situación, se debería educar y sensibilizar a las familias japonesas.

3.-3.-IGUALDAD DE DERECHOS.

En Japón existe una gran discriminación en lo que se refiere a los derechos de los niños. Esta conciliación de derechos se produce de dos formas: de raza y de género.

En cuanto a la discriminación de género, se considera que las niñas deberán ser buenas amas de casa, mientras que los niños deberán alcanzar profesiones de prestigio.

Respecto a la discriminación racial, es habitual que los niños nacidos de padres no japoneses sean discriminados. Los otros niños les rechazan incluso en el ámbito escolar y son objeto de burla. Al afrontar esta situación, los maestros y los padres casi nunca dejan que los niños sean conscientes de los problemas del racismo..

3.-4.-DERECHO A LA EDUCACIÒN.

  El sistema universitario japonés es muy elitista. Desde la guardería, los niños trabajan muy duro para acceder a la universidad e incluso hay guarderías en las que el simple acceso ya es competitivo.

Como cabe esperar, las consecuencias son desastrosas para los niños, pues, bajo la presión constante del «deber de excelencia», algunos terminan suicidándose como única vía de escape. Por desgracia, en Japón se registran numerosos casos de estudiantes que llegan al extremo de quitarse la vida al no poder soportar la presión que les supone la escuela.

3.-5.-EXPLOTACIÓN SEXUAL DE INMIGRANTES .

Japón es un país conocido en la región por el tráfico de jóvenes adolescentes de Asia, Latinoamérica y Europa del Este, especialmente del sexo femenino, pero sobre todo en Asia.Les hacen creer que en Japón tendrán un buen trabajo, pero la realidad es muy diferente: las obligan a convertirse en prostitutas.

Estas víctimas se encuentran desprotegidas y, a menudo, se las considera «criminales» por haber violado las leyes de inmigración. Las jóvenes terminan siendo deportadas a su país de origen sin ningún tipo de ayuda psicológica o material. Durante algunos años, Japón ha estado priorizando este problemas entre sus programas sociales y de inmigración, pero todavía se necesita avanzar en estas políticas. Niños de Japón | Humanium – Juntos por los derechos del niño

http://www.humanium.org/es/asia-pacifico/japon/

3.- 6.-NIÑOS DESAPARECIDOS.

 Se habla de desaparición infantil en los casos en los que se desconoce el paradero de un menor en la comunidad en la que vive, entre los miembros de su familia y en la escuela a la que asiste y, por consiguiente, no se puede comprobar dónde se encuentra.

Los datos relativos a este fenómeno los recaba cada año, desde 1961, el Ministerio de Educación en su Estudio básico sobre las escuelas. Más de medio siglo después, el número de menores desaparecidos asciende a unos 24.000. Uno se pregunta dónde se encuentran y a qué se dedican; sin embargo, no se sabe absolutamente nada de un asunto tan importante como son el paradero y las condiciones de vida de estos niños cuyo rastro se ha perdido.

Por otra parte, la cooperación y el intercambio de información entre las distintas instituciones no avanza en un sistema administrativo que sigue siendo vertical. Un ejemplo de ello lo representa un caso de maltrato infantil ocurrido en 2012 en la prefectura de Aichi. Una pareja dejó morir a su hija de 4 años y tenía a su hijo de 7 encerrado en casa y sin escolarizar. La escuela primaria a la que el pequeño debía asistir determinó que se trataba de un niño desaparecido, pero en realidad resultó que vivía en la misma ciudad y que el padre recibía una ayuda a la infancia del ayuntamiento por los dos hijos.

Por último, recordemos el truco de las cifras: según el Estudio básico sobre las escuelas, existen aproximadamente 24.000 menores en paradero desconocido, pero esta cifra no refleja el dato real. De hecho, es posible que haya muchos más menores que no aparezcan representados por esta cifra y cuya situación no sea comprendida.

Los niños eliminados de los registros de residentes no pueden acceder a servicios públicos como la educación, la sanidad y los cuidados sociales y corren el riesgo de caer en la pobreza y sufrir maltrato.

Estos niños no han desaparecido por voluntad propia, sino que han sido forzados a desaparecer empujados por las circunstancias de los mayores que les rodean, arrastrados hacia los resquicios de la sociedad, sin recibir ningún tipo de asistencia.. La pobreza sigue creciendo en Japón | nippon.com http://www.nippon.com/es/features/h00072/

4.- LA REALDAD DE LAS MADRES SOLTERAS EN JAPÓN.

 Es difícil explicar lo que significa realmente ser madre soltera en Japón. En este país son muchas las madres solteras que crían a sus hijos a pesar de llevar una vida dura. También son muchas las que disfrutan de una vida plena. Sin embargo, el índice de pobreza para este colectivo se sitúa en el 54,6 %. A pesar de las adversidades y la falta de esperanza, hay quienes consiguen salir adelante; también hay hogares que han de enfrentarse a diversas crisis.

Según la Encuesta Nacional sobre Familias sin Padre de 2011, un estudio que el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar Social realiza cada lustro, la cifra de hogares formados por una madre y sus hijos menores de 20 años –aquí se incluyen también los casos en los que cohabitan con ellos otros familiares a excepción del padre– asciende a 1.238.000, mientras que el de hogares formados por un padre y sus hijos se sitúa en 223.000.

En cuanto a la edad de estas mujeres, la media es de 40 años. El 80,8 % de ellas se convirtió en madre soltera tras divorciarse; el 7,8 % decidió tener hijos fuera del matrimonio, mientras que el 7,5 % perdió a su pareja.

La tasa de empleo de este colectivo es alta –un 80,8 %–, pero el promedio de los ingresos anuales procedentes de la actividad laboral de estas mujeres es 1.810.000 yenes, una cifra baja.

Todos estos datos guardan relación con el hecho de que los salarios que cobran las mujeres son más bajos que los de los hombres en las mismas circunstancias

Según la Encuesta sobre la Situación Actual de los Sueldos en el Sector Privado de 2010, elaborada por la Dirección General de Tributos, la proporción de mujeres que perciben menos de dos millones de yenes anuales ronda el 43 %. Por otra parte, la cantidad de trabajadores cuya situación laboral no es regular aumenta cada año. De hecho, la proporción de mujeres que trabajan en estas condiciones es del 70 % aproximadamente. Más que hablar de pobreza entre las madres solteras niponas deberíamos decir que las mujeres japonesas en sí son pobres.

Suele decirse que Japón es una nación en la que la brecha salarial entre los hombres y las mujeres es muy marcada. Si analizamos la diferencia de sueldo entre los hombres y mujeres que tienen hijos a su cargo, veremos que las mujeres cobran hasta un 60 % menos que los hombres. Por este motivo, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dice en sus estadísticas de 2012 que el precio de la maternidad es particularmente alto en el país asiático.

El motivo de que los sueldos de las mujeres sean bajos, especialmente los de aquellas con hijos a su cargo, es el arraigo que tiene en Japón el sistema en el que el hombre es la principal fuente de ingresos de la familia.

Incluso a día de hoy, el 60 % de las mujeres japonesas deja de trabajar cuando se casa y decide tener hijos, y se convierte en ama de casa, motivo por el cual la participación de las mujeres en el mercado laboral aparece reflejada en los gráficos con una curva en forma de eme cuando se analiza por edades.

 5.-LA REALIDAD DE LAS MUJERES ANCIANAS JAPONESAS.

 “La mujer no nace pobre: envejece pobre”

 A las japonesas de la tercera edad se las ha eliminado de los escenarios de toma de decisiones políticas por partida doble: como personas de este segmento poblacional y como mujeres.

Si reflexionamos al respecto, desde la era Meiji (1868-1912) se han venido tomando decisiones en ámbitos de la sociedad como la educación de las mujeres, las relaciones familiares y el mercado laboral, y de la seguridad social como el embarazo, el aborto y el parto sin contar con ellas. En los marcos sociopolíticos fruto de decisiones en las que no ha participado casi ni una sola representante femenina, no puede decirse que la tercera edad de las mujeres, época en la que hacen balance sobre su vida, se caracterice por su abundancia.

En otras palabras, la tercera edad es una etapa de pobreza para las mujeres. Las dificultades de las japonesas que llegan a la vejez son de índole económica, pero también tienen que ver con la responsabilidad de proveer cuidados con la que han cargado durante tanto tiempo. Ambos aspectos están relacionados, conducen a las mujeres a la pobreza y han venido soportando esta sociedad.

“No se nace mujer: se llega a serlo”. La escritora Simone de Beauvoir comienza su libro El segundo sexo con estas palabras. Imitando esta cita, se podría decir: “La mujer no nace pobre: envejece pobre”.

Veamos algunas cifras al respecto. El índice de pobreza relativa representa la proporción de personas cuyos ingresos disponibles se sitúan por debajo del 50 % de la media. Si excluimos las edades más jóvenes, en el caso de las mujeres, dicho índice se encuentra por encima del de los hombres durante casi toda su vida; la brecha aumenta especialmente en los mayores de 65 años. Entre aquellos con 80 años o más, el índice para los hombres es del 17,3 %, mientras que para las mujeres llega al 23,9 %, un alza de casi siete puntos.

La diferencia entre los hombres y las mujeres destaca notablemente entre aquellos que viven solos. El índice de pobreza relativa para los hombres mayores de 65 años es del 29,3 %; el de las mujeres, del 44,6 %. El número de hogares de hombres de la tercera edad con un solo miembro representa un 11,1 %, mientras que la cifra asciende hasta el 20,3 % cuando se trata de las mujeres. Entre estas, el número de personas cuyos ingresos anuales se encuentran por debajo de un millón doscientos mil yenes llega al 23,7 %; o sea, casi una de cada cuatro personas. La cifra sube hasta el 32,5 % en el caso de las mujeres divorciadas.

La causa de la pobreza de las mujeres reside en el hecho de que desde la niñez, se les ha venido inculcando que su objetivo es convertirse en esposas y se las ha educado con el miedo a acabar siendo unas solteronas o ‘mercancía devuelta’ en caso de divorcio. En el mercado laboral, el papel de la mujer se limitaba a aportar una ayuda a la economía familiar o a los años de juventud.

De hecho, hasta justo antes de la Ley de Igualdad de Oportunidades Laborales de 1985, los sistemas que establecían pautas como una edad de jubilación más temprana para las mujeres o que estas dejaban sus puestos al casarse o tener hijos siguieron existiendo como costumbres propias del lugar de trabajo.

Puede decirse que durante el período de crecimiento acelerado, la cultura de la separación de roles en función del sexo en torno a la idea de “Los hombres, al trabajo. Las mujeres, en casa” –el sistema y la conciencia, y la conducta– se vio reforzada a través de las grandes empresas, que desempeñaron el papel protagonista en esa distribución.

Poco después de la guerra, la asignatura Labores del Hogar, de libre elección en los institutos de secundaria, se convirtió en obligatoria solo para las alumnas, como mecanismo para educar a las futuras amas de casa; al principio, otorgaba dos créditos, pero esta cifra pronto se duplicó.

6.-¿PODRÁ JAPÓN PONER FRENO A LA POBREZA Y LAS DESIGUALDADES ?

Komamura Kōhei 14.05.2015

Las cifras de personas que reciben ayudas oficiales para la subsistencia marcan cada año nuevos récords. El autor propone en este escrito posibles respuestas a los grandes retos que plantean cuestiones como la brecha económica o la propagación de la pobreza.

6.-1.-¿ CRECIMIENTO O REDISTRIBUCIÓN ? OSCILACIONES DE LA OPINIÓN PÚBLICA.

 El número de receptores de las ayudas a familias en situación de precariedad económica se situó en diciembre de 2014 en 2,17 millones de personas, alcanzando un año más un nuevo máximo desde la época de la posguerra. Cuatro de cada 10 familias receptoras están formadas solo por ancianos, pero si atendemos a las tasas de crecimiento por bandas de edad, veremos que también entre las generaciones jóvenes la tendencia es al alza.

Pese a la gravedad que está alcanzando el problema de la pobreza, al fijar las políticas económicas sigue existiendo una gran controversia sobre si debe priorizarse la redistribución de la renta o el crecimiento económico, y la valoración que la ciudadanía hace del problema sufre grandes oscilaciones en función de la coyuntura socioeconómica.

Cuando los medios de comunicación difunden noticias como las de los ancianos que murieron de hambre en 2007 y 2008 tras serles retiradas las ayudas, o la formación en el céntrico parque tokiota de Hibiya de un campamento de trabajadores temporales que habían perdido al mismo tiempo su trabajo y su vivienda tras la quiebra de la financiera Lehman Brothers, se renueva el interés hacia el problema de la pobreza y los desequilibrios económicos, y los ciudadanos apoyan las políticas de redistribución.

Sin embargo, cuando se informa de que el número de receptores de ayudas está aumentando o de que algunas personas las están recibiendo de forma fraudulenta, como ocurre últimamente, el apoyo a las políticas redistributivas desciende. A diferencia del anterior Gobierno del Partido Democrático de Japón, que favoreció las políticas redistributivas, el actual Gobierno del Partido Liberal Democrático y su socio de coalición Kōmeitō ha dejado en claro que su prioridad son las políticas de crecimiento.

 6.-2.-JAPÓN ÚNICO PAÍS DESARROLLADO DONDE LOS POBRES SE EMPOBRECEN MÁS.

Las llamadas políticas de trickle-down (efecto de filtración de la riqueza desde las capas sociales más altas hasta las más bajas) ya fueron aplicadas en Japón durante la primera mitad del decenio de 2000, cuando el Gobierno de Koizumi Jun’ichirō promovió la desregulación (flexibilidad) laboral y otras políticas del mismo signo y, posteriormente, con el primer gabinete formado por Abe Shinzō, con su política de crecimiento que recibió el nombre de “marea creciente” (ageshio).

Sin embargo, no se ha analizado suficientemente cuál fue el impacto de estas políticas sobre los hogares de bajos ingresos.

El 5 % más rico acapara una parte cada vez mayor de la riqueza.

 6.-3.- NECESIDAD DE AYUDAS ESPECÍFICAS PARA CADA EDAD O GENERACIÓN.

Se precisa establecer una política para cada edad o generación. En primer lugar, especialmente en el caso de los hogares compuestos por una madre y su hijo o hijos, es importante asegurar unos ingresos y facilitar el acceso al trabajo.

También es fundamental aliviar los gastos educativos que generan los niños en los hogares en condiciones de pobreza. En el caso de los jóvenes y personas en edad laboral, habrá que apoyar a los trabajadores no de plantilla.

Muchos de estos trabajadores están cotizando en el sistema público de pensiones y pagan sus cuotas del seguro nacional de salud, pero las cantidades establecidas suelen ser cargas fijas, lo que significa que tienen un carácter regresivo con respecto a las rentas más bajas, lo cual es causa de que una parte de estos trabajadores no estén cumpliendo con sus obligaciones.

Por tanto, las medidas de redistribución de la renta que sería necesario implementar en adelante serían, en primer lugar, asegurar unas ciertas perspectivas vitales y un acceso a los servicios de salud también a los trabajadores no incluidos en plantilla, aplicándoles el mismo sistema de seguro social (kōsei nenkin y seguro nacional de salud) del que disfrutan los trabajadores de plantilla, y, en segundo lugar, potenciar los subsidios a la vivienda y a la crianza, así como los sistemas de becas de estudios, para que también esos trabajadores no de plantilla puedan planificar su vida y formar una familia.

ALIGERAR LA CARGA ECONÓMICA DE CUOTAS DE SEGUROS.

Además, para los ancianos con bajos ingresos, es importante introducir un sistema que garantice unos ingresos mínimos complementando el actual sistema de pensión básica y aligerar la carga económica que suponen las cuotas de los seguros de atención médica y cuidados a la ancianidad, y los pagos en ventanilla (parte de la atención que no paga el seguro).

Finalmente, con independencia del modelo familiar en el que se inserten, es importante apoyar a todas las personas que se encuentran en dificultades. Hay muchos casos para los que actualmente no existen ayudas públicas. Estas no existen, por ejemplo, para las personas que se encierran en casa tras fracasar en su búsqueda de un primer empleo o haber perdido el que tenían y no poder encontrar otro durante un largo periodo, o para las personas con grandes deudas. Estos problemas no pueden afrontarse solo con asignaciones de dinero. Hay que proveer también otros muchos tipos de ayudas para que estas personas rehagan su vida, apoyándolas en la búsqueda de trabajo y asesorándolas en asuntos de consumo, subsistencia y control de ingresos y gastos.

Este mes de abril se ha puesto en marcha un sistema de apoyo para personas en situaciones extremas que, por su carácter comprensivo y su vocación de llegar a todos estos grupos, representa una verdadera novedad. Esperemos que el sistema resulte exitoso, porque es mucho lo que Japón se juega en él.( Cf.http://www.nippon.com/es/features/h0011

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